España sigue siendo un país en el que la formación profesional no parece el mejor de los destinos deseado por los padres para un hijo estudiante, o al menos así lo reflejan las estadísticas en comparación con otros países de nuestro entorno. El hecho de que la mayor parte de los alumnos de la formación profesional lleguen a la misma de rebote -o casi- tiene influencia en el conjunto de profesionales que terminan estos estudios, y esto, a su vez, influye en la visión externa que los empresarios y el mercado de trabajo tienen de los titulados de formación profesional.
Sin embargo sería erróneo afirmar, y mucho menos categóricamente, que los profesionales que obtienen su titulación en los distintos ciclos formativos no sean trabajadores ampliamente cualificados para desempeñar su labor en cualquier empresa, sea esta microempresa, pequeña mediana o grande, tecnológica, de servicios o del sector industrial. En mi labor docente, impartiendo Formación y Orientación Laboral con bastantes y variadas especialidades formativas, a lo largo de doce años de experiencia en formación reglada -incluyendo algún curso en la formación profesional anterior a la introducida por la LOGSE- me he encontrado con una extensa tipología de alumnos: vocacionales, indiferentes, fracasados en otras etapas educativas -bachillerato por ejemplo-, en proceso de reciclaje profesional, etc.
Para empezar, habría que tener una idea más clara de cuál es la composición de este enorme conglomerado llamado Formación Profesional. En primer lugar debería quedar bien claro que las distintas titulaciones nos se parecen nada entre si, los ciclos medios no se parecen en nada a los ciclos superiores y tampoco a los programas de iniciación profesional inicial.
Veamos más ampliamente los perfiles que se nos presentan:
Ciclos Medios, los cursan mayoritariamente alumnado a partir de dieciséis años, con la Educación Secundaria Obligatoria terminada, o que logran un acceso mediante prueba de conocimientos en los que demuestran superar los mínimos exigidos en esta etapa educativa. Obtienen el título de técnico en la especialidad que hayan cursado y son -a priori para eso se forman- los futuros operarios del sistema productivo. Abundan especialidades con altos índices de inserción laboral-en centros por los que yo he pasado y en el que actualmente me encuentro algunas del100%- y buenos salarios en función de su formación -pueden alcanzar percepciones que para sí desearían titulados universitarios-.
En estos ciclos el alumnado presenta, en altísimos porcentajes, un bagaje formativo y cultural a su llegada más bien bajo o muy bajo. Realmente esta opción -salvo loables excepciones de reciclaje profesional o claramente vocacionales- es elegida por muchos alumnos que no se dedicaron para nada a estudiar en la etapa anterior, llegando a terminarla con grandísimas carencias o sin ni tan siquiera terminar la ESO. Con esta base transmitir conocimientos técnicos de una especialidad a buena parte de este alumnado se presenta muy difícil o casi imposible. Los índices de fracaso en estos ciclos son elevadísimos, llegan a titular como técnicos un porcentaje no muy alto y algunos de ellos con muchas dificultades y tras múltiples convocatorias en los módulos importantes.
Esta sería la etapa que se beneficiaría de la reforma. Si realmente se hace con el fin de preparar o enfocar mejor a aquellos alumnos que así lo elijan por su vocación o por una labor importante de orientación de los departamentos de orientación de los distintos centros en relación con los entornos productivos y las necesidades de demanda de los mismos, buscando alumnado realmente interesado y que lo contemple como una buena salida laboral, bien.
Si se hace como filtro para derivar a los malos estudiantes, alumnos que han pasado por procesos de diversificación curricular -más por su comportamiento o sus andanzas en los centros que por sus cualidades-, gente que se ha aprobado -no ha aprobado por mérito alguno- para que pueda ir por esa vía sin más, mal.
Gran parte de este alumnado carece todavía de una parte muy importante para su proceso formativo-profesionalizador, la madurez. Si se derivan más jóvenes y se les "facilita" todavía más el tránsito imaginemos lo que va a llegar al tejido productivo para cubrir los puestos de operarios. Esta situación derivará en que se el mercado deje de confiar en los trabajadores que se formen en los ciclos medios y no apueste por ellos, salvo en épocas de gran demanda en las que casi todo vale. El paso importante que habría que lograr sería que los alumnos llegaran más maduros, con ganas de aprender y con interés por los módulos que se imparten en el currículum de cada título, ya sean técnicos, prácticas en un taller, de formación y orientación laboral, iniciativa emprendedores, etc
Ciclos Superiores: Los nutren alumnado que ya ha superado el Bachillerato o que ha accedido con una prueba de acceso específica. Obtienen el título de técnico superior en la especialidad que hayan cursado y son -a priori también para eso se forman- los mandos intermedios o dirección operativa del sistema productivo. Igual que en los ciclos medios, abundan especialidades con altos índices de colocación -algunas próximas al 100%- y muy buenos salarios en función de su formación si la relacionamos con un diplomado o, incluso, licenciado universitario. En estos ciclos el alumnado presenta, en porcentajes más que aceptables, un bagaje formativo y cultural acorde al proceso formativo del que proceden, ya han superado el bachillerato o han demostrado en una prueba su competencia para poder acceder. En estos casos la madurez es bastante mayor -los años de diferencia se notan- y los alumnos están en disposición de adquirir una buena formación técnica en su especialidad. No se verían afectados por la línea diferencial de la ESO, ya que todos proceden del Bachillerato o de una prueba específica con una edad mínima para poder realizarla. El problema es que muchas veces estos técnicos superiores se presentan en el mercado con pocas opciones de alcanzar los puestos de mandos intermedios y van a cubrir puestos de operarios -nicho que deberían cubrir los titulados de ciclos medios- ya que el sector no confía en estos últimos y, en situaciones de abundante oferta, las empresas tienen amplias posibilidades de elección. Esta situación no es buena, ni para los titulados ni para las empresas. Muchos ciclos superiores no tienen el contacto con el taller que tienen los ciclos medios. Pueden tener muchos conocimientos teóricos y un cierto desempeño en el taller, pero han pasado en el muchísimas menos horas que los operarios o técnicos. Paradoja, cuando llegan al mercado y entran -mayor madurez, mejor disposición para el trabajo, etc- se detectan las carencias para ser buenos operarios por su falta de práctica en el tajo -taller de formación en este caso-. Algunos alumnos de ciclos superiores se sienten algo "defraudados" con el currículum que se encuentran en su ciclo, muchas horas de asiento y pocas -menos de las esperadas por ellos- de talleres o de práctica.
¿Podría ser esto objeto de reforma? A mi entender, sí. Si los accesos a ciclos medios se relajan o se derivan a aquellos que directamente no quieren estudiar o son conflictivos en la ESO, esto conllevará que el mercado no cubrirá sus necesidades de operarios bien cualificados porque los centros tendrán alumnos poco o nada interesados en su formación. Si lo que se pretende es que en estos ciclos se incremente la madurez se podría incentivar su conocimiento entre alumnado que ha terminado el bachillerato o como reciclaje de gente desplazada del mundo laboral, etc.
Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPIs): Se nutren de alumnado que no dispone del título de Enseñanza Secundaria Obligatoria, fracaso escolar puro y duro. Pueden entrar en estos programas a partir de los quince años -cuando han repetido cursos en la ESO- y la formación que reciben está relacionada con unas competencias básicas en alguna profesión dentro del catálogo nacional de ocupaciones. Su destino profesional se encamina a los puestos más bajos del escalafón empresarial -ayudantes, peones o categorías similares-. El fracaso escolar de estos programas es elevadísimo y el nivel de conflictividad que se da en sus clases también. Realmente esta etapa educativa tiene una finalidad cuasi paliativa, encaminada también -y como finalidad básica- a que los alumnos titulen en Enseñanza Secundaria Obligatoria.
¿Que podría aportar en este panorama una nueva reforma? No lo tengo muy claro, más bien diría que nada claro, no sé como solucionar esta situación y creo que como yo se encuentra mucha gente que se encuentra en el sector educativo, tanto a nivel de aula como en las distintas Consejerías de las Comunidades Autónomas y en el Ministerio. Si la mejora es para bien bienvenida sea.
Emilio Silva Otero. Profesor y jefe del departamento de formación y orientación laboral del IES Marqués de Suanzes (Ferrol)
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