lunes, 20 de abril de 2009

A veces suceden cosas.

El siguiente artículo está tomado del diario "El Mundo" en su edición digital del 12 de octubre de 2008. Enlace.

Después de leer este artículo, pienso en aquello de "las injusticias ocurren porque los hombres justos callan".

Secretaria del caso Mari Luz
CHEMA RODRÍGUEZ

Viernes 3 de octubre. 12.15 horas. El fax de la oficina de Juana Gálvez, en el Juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla, vomita la mayor sanción impuesta nunca a un secretario judicial: dos años de suspensión de empleo y sueldo por una falta grave al no haberse cerciorado de que la condena contra Santiago del Valle, el asesino de Mari Luz, se ejecutaba. Cuentan los compañeros de Juana Gálvez, de 46 años, que el papel del fax estaba aún caliente cuando se echó a llorar. Que la secretaria judicial no esperaba «jamás» un castigo tan severo ante lo que siempre ha defendido como un fallo del sistema. Ni ella ni la inmensa mayoría de magistrados y secretarios de Sevilla, quienes, tras la sanción, han peregrinado a su despacho de la tercera planta de los Juzgados para apoyarla.

Juana Gálvez es una «excelente» profesional y mejor persona, dicen. Sus compañeros defienden enconadamente su labor en el juzgado, caótico, aseguran, hasta que ella llegó en 2005. Explican además que está sufriendo un auténtico calvario y que la muerte de Mari Luz la ha trastornado profundamente. Ella es madre de dos niñas pequeñas.

Gálvez nunca olvidará la sentencia que condenó a Del Valle, quien había abusado de su propia hija. A todo el que quiera escuchar explica que el procedimiento entró en el Penal 1 casi al mismo tiempo que ella tomaba posesión de su cargo procedente de un Juzgado de Primera Instancia de Huelva, donde pasó varios años tras ascender de categoría.

Pese a la tormenta política y mediática que desató el caso Mari Luz en marzo pasado no ha dejado de acudir ni un solo día a su puesto de trabajo. Fiel a su rutina, llega cada mañana a su juzgado antes de las ocho y no se va hasta las tres. Antes, bajaba con el juez Rafael Tirado o alguna compañera a desayunar a una cafetería cercana a los juzgados pero desde hace más de medio año su despacho se ha convertido en su refugio. Algunos días incluso almuerza un bocadillo allí. Se la ve más seria de lo normal y, como el juez Tirado, ha perdido bastante peso. «La procesión va por dentro», dice una de las funcionarias encargadas, precisamente, de la ejecución de las sentencias.

De la capacidad de movilización que tiene la causa de Juana Gálvez da idea la reunión de cerca de cien de los 130 secretarios con los que cuenta la provincia de Sevilla el pasado miércoles en la Audiencia Provincial. Oficialmente, se limitaron a respaldar la postura del Colegio Nacional de Secretarios Judiciales y de la Unión Progresista de Secretarios, quienes han convocado un paro de tres horas a nivel nacional para el día 21 como protesta por la «desproporcionada» medida. Pero en el interior de la sala de vistas de la Sección Tercera se escucharon voces partidarias de medidas mucho más contundentes. Entre el centenar de secretarios estaba la responsable del Penal 1. Sentada en la última fila y arropada —más bien oculta— por sus compañeras más cercanas, Juana Gálvez siguió atentamente las intervenciones pero sin pronunciar palabra. Consciente de que su calvario, como lo califican sus funcionarios, no ha terminado aún.

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